19 de mayo de 2015

Fragmento exclusivo de "+ Dulce y Amargo"

¡Hola a tod@s!!
Ha llegado el momento de mostraros un pequeño fragmento del primer capítulo del segundo volumen de mi trilogía erótica: "DULCE Y AMARGO". Así es como continua la historia de amor entre Eleazar Montero y Cristina Manzur. Espero que lo disfrutéis y que me dejéis vuestras impresiones, bien aquí en mi blog, o en mi página oficial en Facebook.


+ DULCE Y AMARGO


1
El mal sueño terminó justo antes de ponerse a gritar como una loca. Sudorosa, se incorporó a medias sobre el colchón y se restregó los ojos, aclimatándolos a la semi oscuridad reinante en la habitación. ¿Qué hora sería? Por puro instinto fue a echarle mano a su Smartphone, su luminosa pantalla le diría la hora exacta. Su mano se descolgó hasta casi rozar el suelo. La mesilla no estaba donde debería. gimió disgustada consigo misma. Amanecía lentamente y las sombras daban paso a otra radiante mañana primaveral. Todavía en su nebulosa intentó encajar el puzzle que tenía frente a ella. ¿Dónde se hallaba? Tardó unos segundos en recordarlo. Su confusión comenzó a disolverse como gotas de leche en un café cargado.
Aquel lugar era más grande y algo más incoherente. Caótico, como lo era el dormitorio de una adolescente con las hormonas trastornadas. En las paredes convivían en plena anarquía, póster's de las boyband's Westlife y Backstreet Boys, con otros de Lostprophets, (de su etapa más salvaje y rebelde), o carátulas pegadas con un simple celo y a medio caer de la pared, de cantantes de carácter fuerte, como Anastacia o Mónica Naranjo, en la portada de unos de sus discos más famosos, "Chicas Malas". Cuanto hubiera dado por parecerse a ellas con quince o dieciséis años, y poder huir de la jaula de oro en la que estaba obligada a vivir. Justo en la cabecera colgaba otro póster gigante de su actor favorito en esa época: El malogrado Heath Ledger en una de sus primera películas: "Destino de Caballero". En el techo imaginando un cielo estrellado más allá de los ladrillos y el cemento, se encontraban sus imágenes preferidas, aquellas con las que se dormía cada noche. Las de "Titanic" y "Star Wars". Su amada profesión como técnico de efectos especiales y digitales emergiendo ya con fuerza entres sus atormentados pensamientos pubescentes. Sonrió para nadie, y también suspiró, incorporándose del todo para recoger su móvil del lado opuesto, al que habitualmente lo colocaba sobre la mesilla de noche.



No se hallaba en su apartamento de Puerta de Toledo, sino en su antiguo dormitorio, en la mansión de su madre, Carola Manzur en La Moraleja, y al parecer la mujer había decidido que todo permaneciera en el mismo estado en el que ella lo abandonó hacía ya más de diez años. ¿Quizá con la esperanza de recuperar a su pequeña, mostrándole su único pedacito de pasado feliz? ¿De verás, la intransigente y exitosa periodista se había dejado llevar por los sentimientos, y ansiaba recobrar a la niña que creció demasiado deprisa, por su culpa? ¡Eso era imposible! Ella debería saber mejor que nadie, que los errores se cobran un alto precio, y en su caso conllevaban la indiferencia más absoluta por parte de su hija pequeña, pues el desapego provenía de sus propias equivocaciones.
Observó la azulada pantalla de su móvil y sorprendida vio que eran las 06:50. ¿Cómo era posible que hubiera dormido tanto, pese a sus múltiples pesadillas? Últimamente no hacia otra cosa más que dormitar. Apática y sin fuerzas decidió salir de la estrecha cama de noventa centímetros de ancho, y caminó arrastrando los pies hasta el cuarto de baño anexo al dormitorio. Se cepilló los dientes sin mucho afán, mirándose en el espejo justo el tiempo necesario para ver las tremendas ojeras de aspecto macilento que tenía bajo los ojos. Su nuevo flequillo al menos tapaba la horrenda cicatriz que se hizo en Canarias, cuando resbaló sobre la tabla de la piscina olímpica. La larga melena le colgaba sobre la espalda, desmadejada y sucia. Miró hacia la bañera, debería darse un baño. Aunque corría el riesgo de volver a quedarse dormida en ella. Lo mejor sería tomar una ducha. Con una disgustada mueca abrió el grifo y comprobó la temperatura del agua. Ni demasiado fría, ni demasiado caliente. Casi a la temperatura de su cuerpo. No quería sentir nada, ni siquiera el tacto del agua resbalando por su piel. Descuidada, se desnudó para introducirse en la bañera. Un escalofrío proveniente de la ventana abierta, le recorrió el cuerpo y se abrazó a sí misma. Solo tocó huesos. ¿Cuánto peso habría perdido en las últimas semanas? Seguro que más de cinco kilos. De un golpe seco cerró la ventana y se metió bajo el chorro de agua.
Indiferente a cuanto la rodeaba se enjabonó de arriba abajo para aclararse el jabón en pocos instantes, y con el mismo gel de baño se lavó el pelo. No utilizó ninguna crema suavizante como solía hacer, y en pocos minutos salió de la ducha cubriéndose con un albornoz. De nuevo se dejó caer indolente y boca arriba sobre la cama observando el techo sin mirar en realidad lo que tenía enfrente. Otelo se le echó encima literalmente, sin saber muy bien desde donde había saltado. Acarició su sedoso pelaje: -¿De dónde vienes glotón? Le dijo zalamera, como única respuesta recibió un maullido lastimero. Sabía muy bien que su gato gordo y perezoso pasaba todo el día en la cocina, dando buena cuenta a toda la comida que el servicio solía darle, aunque ella expresamente lo había prohibido, pues Otelo ya tenía un serio problema de obesidad desde que fue esterilizado. Sin embargo, sus indicaciones no eran tomadas en cuenta. Suspiró mientras seguía con la caricia, y dijo: -Ya hablaremos tú y yo cuando volvamos a casa. Debo ponerte a dieta ya mismo. El sonido de su móvil la sacó de su monólogo cuando sonó retumbante a los acordes de "Mi cuerpo pide más". ¿Quién sería tan temprano? Lo tomó entre las manos, prometiéndose para sí, cambiar ese tono. Miró la pantalla para ver quién era y con voz distraída contestó:
-¡Oh, Al! ¿Pero qué horas de llamar son éstas?
Al otro lado del teléfono, una voz conocida y alegre respondió: -¡Hora de estar ya levantada, nenita! Y ya era hora de que lo cogieras. ¿Dónde estabas metida, en el cuarto oscuro donde te encerraba tu madre de pequeña?
Puso los ojos en blanco, y contestó con ironía, al gracioso de su amigo Alberto: -Sabes muy bien que mi madre utilizaba otros métodos más sofisticados para torturarme.
-¡Sí! Por supuesto que lo sé. Por eso no entiendo porque has ido a refugiarte en su casa, cielo. Podías haber venido a la mía.
-Eso no era posible, Al. Ya lo hablamos. Llevas a demasiados hombres. Más que una casa parece un antro de perdición y lujuria.
Su amigo rió como un loco, alegando en su defensa, a continuación: -¡Oh, vamos neni! Soy joven. Tengo que dar alegría a mi cuerpo. No tengo ninguna culpa de estar tan bueno,  y de que los tíos se me rifen. De todas formas, por ti me hubiera puesto un cinturón de castidad. Al menos, las dos primeras noches.
Ahora quien sonrió fue ella, respondiéndole: -¡No, Al! Eso sería demasiado para ti. ¡Bufff! ¡Dos noches sin sexo! Además necesitaba un lugar donde esconderme de la prensa, y que mejor sitio que la casa de mi madre, que parece un bunker.
-¡Oh, sí! La puta prensa. ¿Todavía siguen apostados ahí?
-¡Aja! No tengo mucha idea de ello. Pero según me han comentado, han dejado de guardia un coche con un reportero y un cámara.
-¡Bien! Entonces habrá que pensar en algo para que puedas salir de ahí, esta tarde.
Su frente se frunció sin llegar a entender, y preguntó extrañada:_¿De qué hablas, Al? No pienso salir de aquí.
Al otro lado de la línea, su amigo bufó y le chilló desconcertado: -Pero... ¿Qué dices, cielo? ¿Es qué no recuerdas que hoy tienes una cita de trabajo? La semana pasada me dijiste que si podía acompañarte.
Se castigó en la frente con la palma de la mano y dijo pesarosa: -¡Oh, es cierto! Lo había olvidado por completo. Pero la cita no es hasta la tarde y no sé si deba ir, ¿No te parece una hora muy rara para una cita de trabajo?
-¡No! -Contestó Alberto apresurado. -He visto cosas mucho más raras, que esa. ¡Créeme! ¡Irás! -Pronunció decidido. -Y yo te acompañaré.
-¡De acuerdo! Contestó sin mucho convencimiento. -¿Cuándo vas a venir?
-Esta misma mañana. Solo pasaré por la peluquería a recoger unas cosas. Esta tarde no abriré. Total, es un día de poco curro, y además la "bruja" de tu madre me ha invitado a comer.
-Y tú que eres un falso... has aceptado. -Volvió a poner los ojos en blanco, y acabó agregando: -Sois el uno para el otro.
-¡Lo siento, neni! Tu madre no es tan mala, y su cocinera hace unos canelones que te mueres. Aunque claro, a los míos no les llega ni a la suela, ya lo sabes. Luego te veo. -Sin más, colgó.
Otra vez a solas consigo misma y sus lúgubres pensamientos, la apatía volvió a adueñarse de ella. ¿Cómo había llegado a ese punto? Ni siquiera recordaba una simple cita de trabajo. Con lo necesario que le era conseguir uno. Necesitaba pagar las facturas, la hipoteca. Pero tras lo ocurrido con Eleazar Montero, el mundo se le había caído encima. Tras su desastroso paso por el Rocío y nada más poner un pie en Madrid descubrió apostados frente al portal de su casa, a los reporteros. Como aves de rapiña dispuestos a clavarle sus picos, (convertidos en alcachofas), en la yugular. Toda la culpa la tenía un rociero cotilla, acostumbrado a grabarlo todo con su móvil. Le había faltado tiempo para llamar a un periodista, y venderle el material grabado a cambio de una módica cantidad monetaria.
Sorteó a la bandada de reporteros, y en cuanto encendió la televisión, lo vio. Ahí estaba Eleazar, tan formidable, enfundado en su traje de rociero, como igual de enfadado. La increpó, sacándola a la fuerza del coche. Los dos discutieron a voz en grito, sin importarles quien les observaba. Consiguió zafarse de sus fuertes brazos para meterse de nuevo en el coche, entonces fue cuando ofuscado, empujó a su amigo Alberto y éste cayó al suelo. Aquello acabó con su poca paciencia, y le insultó sin medir las consecuencias. Luego, se metió en el auto cerrando de un fuerte golpe la puerta, y emprendió el camino de regreso a la capital.
Se miró las manos por un instante, y observó sus uñas mordisqueadas. Cuando vio el bochornoso video, comenzó a mordérselas, y desde entonces no había parado. El viaje al Rocío había sido un desatino desde su inicio. ¿Cómo fue tan necia y no cayó en la cuenta de la mentira de Sole? ¿Cómo no supo detectar la artimaña de Eleazar? Seguía siendo una estúpida confiada, pese a todo el daño recibido en su vida. Otra vez caía en los brazos de un jodido y retorcido ligón, que no cesaba en su empeño, hasta conseguir a su presa a toda costa, utilizando la estratagema que más le convenía para lograrlo. Lo cierto era que no se arrepentía de haberse entregado a él, pero si de haberlo hecho envuelta en un engaño. Se había dejado llevar por un momento de debilidad, perdiendo el raciocinio por completo, y lo había pagado muy caro. La muestra la tenía a escasos metros, en la calle. Otra vez asediada por la prensa, la misma de la que había huido hacia unas pocas semanas. ¿Es qué nunca la iban a dejar en paz? No, si hubiera persistido en seguir cerca de Eleazar Montero. Pero eso ya había terminado. Ahora solo tenía que recuperarse del nuevo golpe. De la nueva herida infligida a su corazón y su dignidad.

El resto de la historia próximamente a la venta en AMAZON



2 comentarios:

  1. Pufffffff ami ele m dio una penika al finall......pufff k ganazas de leer como continua.....

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  2. Para cuando el tercer libro, me he quedado con ganas de saber que pasa ! Esto es un sinvivir!!!!!!

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